Buenas Tardes.
¿Y tú qué haces aquí a esta hora?
No había mucho trabajo en la oficina, así que me vine.
Mmm, yo no te hice almuerzo, como siempre comes por allá.
Tranquila, que no tengo hambre.
Si claro, con tal de no dar plata para la casa, no te da hambre.
¡Ya basta de joderme la vida! Lo que menos quiero es discutir contigo ahora.
Sí perra, pa’ gritarme no te tiembla la lengua.
Salte de mi cuarto, por favor.
¿Por qué me voy a ir?, ¿Acaso esta no es mi casa?
¡Pero este es mi jodido cuarto y exijo privacidad!
Pues, esta es mi cochina casa y aquí hago lo que se me de la puta gana.
¡Que te largues de mi cuarto!
La que se va a largar eres tú, maldita la hora en que te tuve que parir, perra.
¡Me largo! Pero más falta te voy a hacer yo a ti que tú a mí.
¡Que va! Coge tus tres trapos rápido, y lárgate.
No tienes ni la más mínima consideración con uno, ¡no mereces el título de madre!
Tampoco lo quería, sólo lárgate, para mí estás muerta.
Suerte y que te crezca el pelo ¡bruja! porque eso es lo que eres ¡una bruja! hasta cara tienes.
Natasha cogió su bolso y guardó lo más importante para ella: la plancha de cabello y la bolsa de basura. Corrió hacia la casa de la vecina favorita tapándose la cabeza. Ella sabía que no iba a encontrarla. Pero sí estaba segura de que Pablo estaría en casa por la tarde, estudiaba de mañana.
– ¡Pablo, ábreme por favor! – Dijo gritando.
–Entra, estás empapada– Dijo él, al mismo tiempo que abría la reja.
–La estúpida que tengo por madre me acaba de echar de la casa– Dijo con la mirada un poco perdida en el interior de la casa.
–Siempre he dicho que tu madre es una bruja.
–En eso coincidimos, porque pienso exactamente lo mismo de mi fucking madre. Si es que se le puede decir así a esa basura.
–Y tú, ¿Cómo te sientes?
–Pues, normal por la discusión. Sabía que muy pronto esto iba a pasar. Lo que en realidad me preocupa es donde me voy a quedar.
–Mi ojos verdes, lo siento pero aquí no puedes– Dijo Pablo con cara de frustración.
–Tranquilo, eso ya lo sabía. Vine a Despedirme. Porque no sé si algún día vuelva por aquí.
–Pero y ¿Tus cosas?
– ¡Ashh!– Dijo cerrando los ojos y llevando la mano izquierda a su mejilla. ¡Cierto! Tengo que volver mañana para que mi abuela me pase las cosas cuando la mal parida esa se largue a verse con su marido.
–Si quieres yo mismo hablo con tu abuela. Tú sabes que conmigo cuentas para lo que sea– Dijo Pablo con voz suave, acercándose lentamente a Natasha y posando su cara frente a la de ella.
– ¿Sí, Qué? Pablo, gracias por estar ahí siempre, pero de eso me encargo yo– Le dijo poniendo sus ojos verdes fijamente en él.
En un momento quedó frente a mí. Éramos solo la de ojos verdes y yo. Mi corazón latía tan rápido que por poco llegué a pensar que se detuvo durante ese minuto. Me observaba sin parpadear, con esa mirada que penetraba en mi alma, como quien desea algo del otro, pidiéndome a gritos una caricia, una muestra de lujuria. Pero era consciente que no era el momento indicado. Natasha se apartó de mí, me dio un fresco beso en la barbilla y se marchó.
Vi que se dirigió al SAI, y supe que iba a llamar mi hermana, porque Nathy nunca tiene minutos en su celular.
Me marca este número por favor. Claro Señorita. ¿No contestan? No, no contestan. Gracias, déjelo así. A la orden. Márqueme otro por favor. Si claro, como no. ¿Tampoco contestan? Está timbrando. Okey me avisa. Un momento que le van a hablar, tome señorita.
–Aló, Amiga llamaba para decirte que no podré ir a hacerme la sesión de fotos porque me echaron de la casa y aun no consigo donde quedarme.
–No hay problema, te entiendo. También he pasado por eso. Más bien cuando consigas donde quedarte me avisas para ir a visitarte.
–Okay. Gracias por todo.
–Sabes que todo lo hago de corazón. Porque te quiero.
–Yo también. Disculpa pero tengo que colgar, desde ahora tengo que extender mi sueldo.
–Te entiendo. Chao Natasha.
–Chao muñeca.